Mentiras
¿Cuál es el costo de las mentiras?
Cada vez que mientes, creas una distancia entre quien eres y quien pretendes ser. Esa distancia crece. Se convierte en un abismo. Eventualmente, no puedes recordar qué lado del abismo es real.
El ser auténtico comienza a desvanecerse.
Estás en guerra con tus propios pensamientos, gestionando constantemente historias, recordando qué versión le dijiste a quién, calculando cada paso que das en este campo minado. La energía mental requerida para mantener estas fabricaciones es asombrosa — energía robada de la creatividad, de actividades significativas, del amor mismo.
Las mentiras corrompen tu habilidad para percibir la realidad. Empiezas a creer tus propias invenciones. Tu brújula interna se rompe. Pierdes contacto con lo que es realmente cierto, y en ese estado te vuelves paralizado e impredecible al mismo tiempo. Caminas por un sendero hacia la locura. Te conviertes en tu propia víctima. El bromista, estrangulado por su propia broma.
Los mentirosos siempre piensan que la siguiente mentira lo solucionará todo, pero las mentiras solo crean más problemas que requieren más mentiras. El mejor escenario es que tu mentira sea expuesta rápidamente. Esta es una oportunidad divina que el universo te está dando para reconsiderar tu camino y mejorar. Si no tienes suerte, tu mentira perdurará, ya que cada mentira demanda diez más para sostenerla. Un castillo de naipes, esperando la más mínima brisa para desmantelar todo.
Las personas a tu alrededor también sufren, pero no de la manera que podrías esperar. No solo sufren por ser engañadas — sufren por estar en la presencia de alguien que está espiritualmente fracturado.
Las almas sanas sienten las mentiras. Puede que no sean capaces de nombrarlas. Pero sienten que algo no está bien. Después de todo, las ves como vehículos para lograr algo más. ¿Cómo puede alguien afirmar amar o respetar a alguien mientras lo engaña? Tarde o temprano, recuperarán con todo derecho su dignidad alejándose. Ya no son parte de tu vida.
Gradualmente, te encuentras rodeado de almas corruptas, como la tuya. Podrías pensar que tienes gente y oportunidades a tu alrededor. Claro que sí. Solo que con la misma calidad que ahora entregas. Las personas honestas también desaparecieron de sus vidas hace mucho tiempo. Tu universo egoísta de mentiras se entrelaza con el suyo, creando una complejidad exponencial.
Todo lo que queda son mentirosos como tú, cada uno convencido de que es más inteligente que el resto. No puedes ver a través de sus máscaras porque estás demasiado ocupado perfeccionando la tuya. Ellos no pueden ver a través de la tuya por exactamente la misma razón.
La desesperación se instala. Pierdes la esperanza por un mundo mejor y te conviertes en un nihilista. No te equivoques. No es el mundo. Son las condiciones que tú, y solo tú, creaste debido a tu cobardía para confrontar tus propias sombras, las cuales ocultas con excusas patéticas que nadie que merezca un grado mínimo de respeto comprará.
En este punto, tu vida está terminada. Solo eres incapaz de darte cuenta porque estás ocupado fabricando una mentira para decirte a ti mismo que tienes una.
El momento en que te comprometes con la honestidad radical, algo cambia en el mundo a tu alrededor. La gente comienza a confiar en ti de maneras que se sienten casi sobrenaturales. Aparecen oportunidades hermosas. Las relaciones significativas se profundizan. Tu mente se aclara porque ya no estás gestionando una red de engaños. Finalmente puedes dormir por las noches, verdaderamente.
¿Cómo se ve esto en la práctica? Significa negarse a ser sumiso cuando expresas lo que te molesta. El silencio es solo otra mentira. Significa admitir que estás perdido en lugar de pretender que conoces el camino. Significa decir “me inspiras” en lugar de ocultar tu admiración. Significa decir “me equivoqué” antes de que alguien te lo demuestre. Significa confesar tu oscuridad y tu luz con igual coraje.
La honestidad radical significa, en última instancia, dejar de sabotearte y seguir lo que se siente correcto en tu corazón. No lo que es conveniente, no lo que se espera, sino lo que es genuinamente cierto.
La verdad es liberación. Es aterrador al principio porque requiere que enfrentes la realidad sin el amortiguador de ficciones cómodas. Pero del otro lado de ese terror hay una vida donde puedes mirarte en el espejo sin estremecerte, donde tus palabras tienen peso porque son reales.
Ningún mentiroso podrá manipularte porque te conoces demasiado bien. Ni siquiera lo intentarán: reconocen que las personas honestas son peligrosas para sus castillos de cristal.
Inspirarás a las personas correctas, y ellas te inspirarán de vuelta. Los escucharás, y ellos te escucharán de vuelta. Porque cada una de sus palabras significa lo que significa. Ya no tienes que adivinar. Tampoco tienes que medir tus oraciones. La vida fluye naturalmente, con muchos momentos creativos y amor para disfrutar.
Deja de mentir. No mañana, no la próxima semana — ahora. Tu vida depende de ello. El costo de las mentiras no es solo lo que pierdes en el mundo; es lo que pierdes de ti mismo. Y una vez que eso se va, no hay nada por lo que vivir de todos modos.