Pequeñas Cafeterías
Estoy aquí, en Maria Bonita Café.
Traje el cuaderno, la lapicera y el celular. Por supuesto, el celular: ¿cómo si no voy a llamar un Uber para volver a casa? ¿O seguir los mensajes? ¿Y si justo alguien tiene una emergencia y me necesita en este preciso instante? En la flecha del tiempo del universo, puede que me necesiten por alguna razón espectacular e inesperada. ¡Quién sabe!
Sea como sea, lo uso mucho más que el cuaderno porque tengo que definir una arquitectura web robusta y longeva para colegas, socios, familia, gatos y clientes. Para mí, es divertido. Agotador, pero divertido. Como todo trabajo que vale la pena: ese tipo de estrés que te hace sonreír antes de dormir, parecido al esfuerzo del gimnasio que después se convierte en músculo.
Hablando de músculos, ¡estos últimos meses estuve pasándolo increíble!
[…]
Ah, Maria Bonita Café. Por supuesto, este lugar, ¡sí!
Es nuevo para mí. Es mi primera vez acá. Me lo crucé caminando de casualidad, y fue una linda sorpresa, porque siempre ando por esta zona. Perdón por haber tardado tanto en encontrarte, y gracias por la paciencia.
Déjenme explayarme, junto con dos lugares más.
- María Bonita Café tiene estilo tipográfico manuscrito. No se inclina hacia una familia tipográfica en particular. Simplemente fluye, siempre que evoque arte tradicional y libros clásicos. Es simple, directo e inclusivo. Cualquiera puede entrar. Excepto los del tipo corporativo. No porque estén prohibidos, sino porque difícilmente se entreguen a una paz tan genuina, como de costumbre.
- Un poco más al norte se encuentra Nero. Una cafetería tan grotesca que se casó con Helvetica (por favor enviame un correo/DM si entendiste la referencia). Estoy convencido de que permanecerán mucho tiempo juntos y tendrán hijos hermosos. Me gustaría creer que mi sitio web es pariente cercano de Nero, si tan solo se hubieran encontrado alguna vez en una reunión familiar. ¿Alguien sabe por qué no sucedió? Además, hay algo en Nero que expresa una parte de mí con claridad, que resuena profundamente.
- Y luego, ese amigo que siempre está: Pipa. También se inclina hacia el estilo manuscrito, pero comparte estructuras con Nero en logísticas de llevar una marca y, consecuente, un matrimonio. Por eso debió comprometerse con una familia tipográfica en particular, a la que se sumó un simpático perro. Es el único de los tres que decidió incorporar un ser vivo a su identidad. Su pasión por la buena gastronomía no puede pasarse por alto. Todo un referente en ese aspecto. Empata con Nero en la cantidad de veces que lo disfruté este año.
Estoy encariñado con estas cafeterías. Tienen personalidad y familiaridad. No intentan ser perfectas, y justamente por eso resultan acogedoras: se concentran en lo que importa, sin necesidad de encubrir sus limitaciones. Inspiradoras, podrían decirse.
De las tres, Pipa comenzó a dejar de ser pequeña. Ahora es un negocio de tamaño medio. Esto inevitablemente va a mutar parte del encanto de las pequeñas cafeterías debido a la naturaleza que conlleva escalar. Mientras quienes estén al frente mantengan la serenidad y no se vendan, su esencia permanecerá en el lugar correcto.
Mirá, nunca me he llevado bien con la multitud corporativa, cargada de spam, con la idea de “fake it till you make it”, ya sea en forma de negocio o humana. Aquellos que plagan su LinkedIn, Instagram y CVs con irrelevancia mientras que carecen de habilidad real. Los que andan gritando “¡Soy un gran amante!” mientras acumulan un historial de promesas rotas. Buen marketing, pobre ejecución. Bueno, ni siquiera buen marketing para un ojo moderadamente entrenado. Solo se ven genéricos.
El mundo está lleno de esos. Pero también hay una ola de gente que realmente se preocupa, y se merecen un descanso de todo ese ruido.
Y estos lugares ofrecen ese descanso. Cuando me siento en Maria Bonita, Nero o Pipa, respiro habilidad. Nadie está fingiendo. Simplemente la tienen. Trabajaron muy duro para llegar a eso. Y se nota.
Si te perdiste el bosque por los árboles, la habilidad que poseen es tener algo que decir.